No más el hálito que recorre puerros
o llagas las paredes y se avisa,
corra la sarta su función o mirto,
laurel entreverado a las cabezas.
Porque la filigrana se desdice,
sólo el órgano sin barra es poste,
o la dentición del feto,
o la marejada y sus afanes.
Es decir, su cotillón en ciernes
y su mácula azulada de divisas
--la cinta que remarca las arenas
es la rememoración, o su reflujo--.
¡Ah, miríada infranqueable, las alondras
vuelan como cercos o cucharas!
¡Ah los papas, ah los cajetillas,
y la obesidad puesta en relieves!
Descerrajar una alba cornamenta,
tirar tras de sí piedras o criaturas...
Córdoba, 16 de agosto de 1994.
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