lunes, 5 de septiembre de 2016

"VALE EL FUEGO, SU MUESCA TASA..."


Vale el fuego, su muesca tasa, 
desordena el capitel, coristas 
que a la hora del baño encienden 
la trepanación o sacos 
de odio que desdicen fechas. 
Adocenado, dormido, huero, 
intenta recubrir poros, surco 
porque la partitura indica 
intentar una salida oblicua, 
algo así como el fermento magro 
para el queso y sus artificios. 
El grupo se reúne, erige, 
y el alba es la sustancia muerta 
que se desboca o cruza 
la calzada en zancos de azufre. Muelle, 
liviano, torpe, 
salta como el eunuco que quiere riscos, 
y de su mano una verja ardiente 
succiona los restos del crucifijo y muebles. 
El motor sigue zumbando, el lápiz, 
partido por la mitad, desciende 
hacia la flota de gorrión, estacionado 
en la colcha que comparte. ¿Siguen 
los buitres la lección tardía? 
El elemento complace a la partera, 
del acuerdo retoñarán las ancas; 
porque el tintero es frágil 
y las aldabas se ofrecen en racimos. 
Materia descartable, tarda la balanza, 
busca la lógica para alancear el cuello. 

Córdoba, 28 de setiembre de 1994. 

"MASA O LÉGAMO, DEDO DE ARCAS..."


Masa o légamo, dedo de arcas, 
pasó como presencia en agua. 
(No hay signos, no hay sonidos 
para decir de su estatura: rasgos, 
vejada evocación, saludos.) 
Baldosa detenida, áspera mano, 
fue su cigarrillo un puente; 
su puerta, árbol del aire. 
Miraba o caminaba en sueños 
--soñaba realidades--, era 
sólo fragmento. 

Córdoba, 28 de setiembre de 1994.