sábado, 14 de diciembre de 2019
BORDE
Insistir. No dar el ciervo
que nace como la bandeja
que va a partirse por orden del anciano
que cae al tropezar con una piedra
que se asomaba del suelo.
(Películas.) La bolsa,
¿me la diste por imposición o envidia?
No vuelve, mediodía;
vas como la mar y nadie,
desde una ciudad que se aleja, nadie
es el pan que comíamos en las calles por partir el pan,
centena de Octavio Paz y el amor a la literatura,
esa dulzura amarga de reiterar los versos a la hora
en que los chicos piden dinero en monedas
en los bares a los que íbamos a entristecernos de nosotros,
como si fuéramos tristes o como si no frecuentáramos
la tristeza de los instrumentos que se apoyan en una pared, y el que los cuidaba
decía que su mujer había muerto, o no lo decía
y todos lo sabíamos y decíamos que lo sabíamos
como sé que la pava es cada día más vieja
y sé que mis manos son cada día más viejas
y sigo escribiendo, y escucho la música
que a veces entiendo, y la casa
sigue creciendo, como la viruta
al pie de las máquinas y el níspero
en su árbol, y de todos los papeles
de mi pieza elijo alguno
que no pueda callar
--él ni yo--
ahora.
3 de octubre de 1994.
VERDE
Cuerdas, trapecios, arcos,
¿qué finge el mueble en la desnudez y el día?
(Intenta, a veces, engañarse un poco,
yendo desde la introducción a otros parajes
--es decir, partir de un punto
que no se relaciona con lo que sigue--.)
Se resquebraja el pantalón, se duerme
en un andén o circo: no hay señales,
no hay empresas que señalen, no hay dinero
que inflija duraciones a la cuerda.
(¿Qué quiere, si se resuelve
por la desidia?) Los apuntes
ya no corren, los objetos
--la máquina, la pieza, sus pedazos--
siguen estando, como la muesca
que tallas en un viejo maderón entre las piedras.
(Pierde el sabor, absorbe,
no es metafísica --quiere--,
¿tranquilidad?, deseo,
vuelo, ejecución, desfonde.)
3 de octubre de 1994.
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