miércoles, 9 de noviembre de 2016

DEGRADACIÓN


No la nota, el halo, figura en ciernes, 
recorre la visión hasta atascarse 
en una sola miríada de patos --croa, 
desdice, adhiere, desenfunda--; 
la corona, letras y carpa, 
puso la función del estandarte, 
ya no intenta mantener el vuelo, desencaja 
la relación del ave con su pico, 
veta estancada, sesgos de refuerzo. 
"¿Quiere brindar con nosotros? Estamos 
todos alegres, invierta usted sus molares, 
camine, venda botas, ¿ya 
es la hora?", como de costado. 
Whitman y los cuartetos, partimos 
de madrugada, atisbos, flores, 
dijo "¿ya es la hora?", dijeron, 
y uno recuerda 
y ya no desea fumar, o siestas 
en las que el cielo se desentiende 
de los diarios. 

30 de setiembre de 1994.

lunes, 5 de septiembre de 2016

"VALE EL FUEGO, SU MUESCA TASA..."


Vale el fuego, su muesca tasa, 
desordena el capitel, coristas 
que a la hora del baño encienden 
la trepanación o sacos 
de odio que desdicen fechas. 
Adocenado, dormido, huero, 
intenta recubrir poros, surco 
porque la partitura indica 
intentar una salida oblicua, 
algo así como el fermento magro 
para el queso y sus artificios. 
El grupo se reúne, erige, 
y el alba es la sustancia muerta 
que se desboca o cruza 
la calzada en zancos de azufre. Muelle, 
liviano, torpe, 
salta como el eunuco que quiere riscos, 
y de su mano una verja ardiente 
succiona los restos del crucifijo y muebles. 
El motor sigue zumbando, el lápiz, 
partido por la mitad, desciende 
hacia la flota de gorrión, estacionado 
en la colcha que comparte. ¿Siguen 
los buitres la lección tardía? 
El elemento complace a la partera, 
del acuerdo retoñarán las ancas; 
porque el tintero es frágil 
y las aldabas se ofrecen en racimos. 
Materia descartable, tarda la balanza, 
busca la lógica para alancear el cuello. 

Córdoba, 28 de setiembre de 1994. 

"MASA O LÉGAMO, DEDO DE ARCAS..."


Masa o légamo, dedo de arcas, 
pasó como presencia en agua. 
(No hay signos, no hay sonidos 
para decir de su estatura: rasgos, 
vejada evocación, saludos.) 
Baldosa detenida, áspera mano, 
fue su cigarrillo un puente; 
su puerta, árbol del aire. 
Miraba o caminaba en sueños 
--soñaba realidades--, era 
sólo fragmento. 

Córdoba, 28 de setiembre de 1994. 

miércoles, 13 de julio de 2016

"BIEN LA REPISA, DE ORO AGUAMATE..."


Bien la repisa, de oro aguamate, 
complica la pronunciación, zahiere, 
para decir el poste alto o terso 
a la rueda que lanza sufijos. 
De atrás, vendada adrede, 
va a aparecer la consonancia misma, 
porque la joya es fuente que pone 
coloratura de estambre-almizcle. 
Origami de seda, pasan 
del agro a la estación; se curva 
la tapa sonrosada de cuadritos 
que tienen globos, como sucesiones 
de vampiros en escala de pasto. 
(Libros, libros, libros que se mezclan 
partiéndose en esporas, peces, morcillas, 
y el tenedor del verde es arco.) 
¿Es más una señal de puerta 
que los anillos lisos? 

- . - . - 

Córdoba, 29 de setiembre de 1994. 


martes, 26 de abril de 2016

"Refaccionás el poste, auscultás a medida..."


Refaccionás el poste, auscultás a medida 
--que su sombra no sea buitre de la paciencia--, 
porque los diccionarios no contemplan la voluntad 
del viandante en su condición de estatua. 
El poste es una forma de lo occiso, 
no querés a ciencia cierta la hora, 
tomás las hojas --barrera contra insectos-- 
y optás por el mojón de antaño. 
(Antaño es voluntad ilusoria, 
más que la goma, más que el instrumento.) 

Córdoba, 27 de agosto de 1994.

"No digo negro. (Es la transpiración forzada...)"


No digo negro. (Es la transpiración forzada, 
no banana seca, lo que toma 
del color su contextura o raza.) La visión 
de los álamos ennegrecidos fue lo que alteraría 
al canciller en su carroza de otoño 
--visitaba las singladuras portuarias, 
y hay un bosquecillo cerca de ellas, retoño 
que no atardece si no es con el fuego--. 
De inmediato el canciller saltó de la carroza, 
tomó un edicto, lo tradujo al árabe 
y ejecutó, así, lo que consideraba necesario, es decir, 
la imposición de la pluma al árbol, arnés de nieve. 
Más tarde, en otras épocas o tronos, 
los álamos siguieron pronunciando la liaison obligatoria, 
porque la educación es un remilgo de viejos; 
los álamos, su copa rellena 
de paños costosos que no desprecian la tintura 
y texturas adormecidas o bravas, 
hijas de la melancolía y el retorno. No digo negro, 
pero la coloración demostraba que aún entonces, 
cuando el canciller descendió de la carroza o diente 
--muerde el árbol, no concede albúminas--, 
aún entonces había cestos que albergaban frutas 
al pie del bosque o bosquecillo tierno. (No condice 
la imagen presentada con lo que sucedió en Historia: 
el canciller desfalleció de prisa 
y los monos bailaron la danza de los baúles verdes, 
porque la alegría se vierte en movimientos 
o estados.) 

Córdoba, 20 de agosto de 1994.

sábado, 16 de abril de 2016

"Altura y parador, llama extendida..."


Altura y parador, llama extendida, 
recurva en lances de hato el sureño estado; 
no su perdición, su brisa 
es la llamarada del loco o gracia. 
Transitable el melón de la víspera 
porque de su piel nació un remero 
o cebra disecada; las aristas, 
el suave verdor, la sábana-alcancía 
y el libro sumergido en la algodonosa sustancia 
que emanó como melaza del cesto, 
es todo junto la afirmación de partida. 
(Por un instante, ante Euforión, la banda 
ejecutó, contrapelo, el orden 
necesario en tales ocasiones.) 

Córdoba, 19 de agosto de 1994. 

"(Sillas de cuero --requesón o mano--...)"


(Sillas de cuero --requesón o mano--, 
desciende por la escalera. Sitio 
de oscura luz.) Arde la antorcha 
que te guía abajo. (La madera 
la toca a ratos.) No podés asegurarte 
de que sea un pasadizo, una salida, 
un paso ciego que te lleve afuera. 
Avanzás como un diluvio y su cortejo 
--es decir, llover, llover--. Afuera, 
ése es tu deseo, tu prisa, tu alma. 
(Afuera, la arena interminable 
en su forma: relieves, dunas.) 
Vos seguís abajo. 

Córdoba, 17 de agosto de 1994. 

jueves, 14 de abril de 2016

"--Caso, juego--..."


--Caso: juego--. Se desprende 
de la cera ya arriba comentada 
un tornasol violeta, fumigante, 
que describe una curva tendenciosa, 
parábola de lado. 
Cae en la cara del planeta 
y origina temblores pasajeros, locales. 
Nada al fin. --La luciérnaga, 
detalle o coral abierto--. 

Córdoba, 17 de agosto de 1994. 

"No más el hálito que recorre puerros..."


No más el hálito que recorre puerros 
o llagas las paredes y se avisa, 
corra la sarta su función o mirto, 
laurel entreverado a las cabezas. 
Porque la filigrana se desdice, 
sólo el órgano sin barra es poste, 
o la dentición del feto, 
o la marejada y sus afanes. 
Es decir, su cotillón en ciernes 
y su mácula azulada de divisas 
--la cinta que remarca las arenas 
es la rememoración, o su reflujo--. 
¡Ah, miríada infranqueable, las alondras 
vuelan como cercos o cucharas! 
¡Ah los papas, ah los cajetillas, 
y la obesidad puesta en relieves! 
Descerrajar una alba cornamenta, 
tirar tras de sí piedras o criaturas... 

Córdoba, 16 de agosto de 1994. 

jueves, 7 de abril de 2016

"Aquí la pila bautismal. La llave..."


Aquí la pila bautismal. La llave 
no es la prueba que la tela ansía, 
la llave es una suerte 
de contrabalanceo de tizones. 
(Lentos se detienen en espera 
de la respuesta de agua que signifique su auge.) 
Aquí la balaustrada. La placenta 
se derrama en una curva de sales, 
y queda, boya sin montaña, entre sus piernas. 
(Pasa un buey, no acompañamos 
su lenta revancha o perecer.) 
Aquí también el paje 
que acompañó a la página a su sitio 
en la representación de la última cena, 
y la página era un pan y era un sahumerio. 
(La mirada que a lo lejos tarda 
en decidir su sombra.) 

Córdoba, 16 de agosto de 1994. 

miércoles, 6 de abril de 2016

(EVALUACIÓN DE LOS DICTÁMENES)


La marca de ídolo cicatrizaba 
la moneda que el joven abandonó en su fuga. 
Tomaba formas de aluminio y base, 
para lo cual utilizaba cirios 
que no eran pomorscos. La flambeada 
superficie del rostro de la imagen 
empleó finos segundos 
para la destitución de la mazurca. 
En un terreno de ocres dictó a sus comisuras 
una defensa atada, 
y logró de las tribunas un cencerro 
favorable a su diván de bronce. 
Más tarde, en la oquedad callada, 
sacó a relucir su palmo 
y quedó extasiada: magro brebaje. 

Córdoba, 16 de agosto de 1994. 

"(Imborrable su hacha.)..."


(Imborrable su hacha.) 
Desnuda de salterios, tomó las riendas 
que colgaban, enardecidas, del lomo, 
y las dirigió al ladrido 
--la rienda era un espejo de lunares 
que no separó su huida--. 
Camino al monte, dictó de improviso 
un cometa al coro que se iba, 
y desde un álamo flotante 
entonó la rueda a la atadura. 
(Tejido.) Su voz acometía 
contra el viento de salitre imperante, 
fiel cuaderna de la carta rota. 
Monte y parto. Sinagoga y fuego. 
(Abandonó su lecho.) 

Córdoba, 15 de agosto de 1994. 

domingo, 3 de abril de 2016

"Caña de abetos, seto la mordaza..."


Caña de abeto, seto la mordaza, 
desanda veloz lo separado, 
raspa primaveral y cóncava. 
La carpeta alberga la garra 
enjalbegada con gruesos fríos 
que el súcubo dictó del hierro. 
El aljibe va tras el alambre. 
(En su interior, reflejados, 
ojo y rasgueo de cítara discreta 
que ameniza, en su simulacro, la madera.) 
Para el andador, trajo cotizados 
atanores de libros en venta 
de la vieja librería al paso, 
pasas en conserva y aguadas. 
(Todo metal es un silencio 
dispuesto a abrir escenas y damascos 
que los pelos no interrumpen en su lucha.) 
Luego, por un tiempo indefinido, 
flota en el ambiente, medusa, 
el rostro actuante que reúne 
en su actitud un mueble y su centauro. 
(Detrás de la cigarra vuela 
el atardecido cinamomo 
que columpia en sus pájaros un hurto 
de letras no categorizables.) 
Se asesina al estante. Comadrean, 
de a ratos se separan y se insultan, 
y luego adolecen. (Un insecto.) 
Por último, finaliza el olmo 
en desleídos labios que agreden 
en el memorizar del tiempo 
y recogen, entre sus laderas, 
la destitución de la temporada. 
(Hay cestos que guardan comida.)

Córdoba, 15 de agosto de 1994. 

"La cámara nupcial se abre en un árbol..."


La cámara nupcial se abre en un árbol
y lana de doncellas es su cabello
que, cuna, adolece de estambres. El silbido
que llama al leñador y su cardumen
al gran festín de la hoja en sistros
se extiende sobre la planicie como un prelado.
A la orilla del cáñamo, la sierpe
es un gran espalda donde reclinan
su salubridad los torreonos.
Nadie advierte el anillo que repta
hacia la columna central --busca el reflejo
del soliloquio o la cortedad--. La alfombra
es extendida por mozos de piel suave
que murmuran o arrullan los pliegues.
Detrás de la escena, el labrantío.

Córdoba, 15 de agosto de 1994.

"No corcel, cayado o soplo, diagrama..."


No corcel, cayado o soplo, diagrama, 
junta su tirso en rúbrica de acero: 
el látigo, recuerdo del hojaldre, 
fecunda la estría en la madera. 
(Retículo, moras ardidas, silbo 
que la enumeración desprecia, incoherente, 
pierde su significado frente a tirios 
y de los muros brota un humo del que brota un ave, 
y su alón es de cenizas, y su brillo es arco, 
anotación temprana al margen 
que se recoge, pez espada o surco.) 
De su espalda --guarda una cierta simetría 
con la ribera musical--, ocaso, 
vendrá por la cerámica cocida 
para implantarse en nombre del esbelto, 
trenza fugaz, centella que se enhiesta, 
libro de fuego, dentadura fina. 

Córdoba, 15 de agosto de 1994. 

"no calla -- golpes, fósforos..."


no calla -- golpes, fósforos, 
desenfrenos, ahogos a dos manos -- 
no calla y siente que las voces 
que salen de sus bocas 
no van con el prolijo deseo del que inquiere 
-- más acá, allá, y ahora abajo -- 
calla y no calla, porque el silencio 
no se hace por la palabra 
-- y después, sí, el silencio, 
no de la palabra, de su rostro -- 

Córdoba, 15 de agosto de 1994. 

sábado, 2 de abril de 2016

"Abadejo de mallas, tu soneto..."


Abadejo de mallas, tu soneto, 
Gabo amigo, no escrito y no pensado, 
adolece de un rancio olor, pescado 
del Suquía, nuestro río --cometo, 
al criticarte, lo sé, el costumbrismo 
de inventar en vos cierta enredadera 
de palabras labradas en certera 
métrica, rima y ritmo: animalismo--. 
Y aunque nunca ejecutes el poema 
ni lo intentes, sentado entre sandías, 
como Ramón, el del tren; ni las frías 
aguas antes citadas dicten tema 
digno de ejecución; ya tu mochila 
me dijo de tu deseo: ¡Sibila! 

Córdoba, 15 de agosto de 1994. 

"Fibra o lado, su paso crece..."


Fibra o lado, su paso crece 
hasta tomar la idea de la brisa: 
de su flecha el alado torno 
nace, como margen de festejo 
--entre la cerda y la pared, el agua--. 
Religiosa expresión de la tortura, 
papiro que vuelve a sus influjos, 
ha cortado, de improviso, el tótem 
para bordear su costado --el piso 
no tiene la seguridad del búho, 
el piso flota para reseñar la suela, 
el piso es una cuña que se agota--. 

Córdoba, 14 de agosto de 1994. 

"Porque no puede resaltar el modo..."


Porque no puede resaltar el modo 
de encender un árbol a distancia, 
es que toma la visión del edificio 
como una norma para su cigarro. 
Exhala el tiempo que no tuvo muescas 
para llegar al diminuto insecto 
que va a sobrevolar su rostro. 
Y la confusión, signo del ave, 
permite el regateo, la cisterna 
de palabras que nacen en un soplo 
que el alcohol meditó en su cinta. 
El atravesado estómago es un cerco 
que no tiene revés de trama, 
ni su moneda un espejo armado 
--plato o marca que fisure lilas--: 
en su detención, la pasarela; 
en su fugacidad, el cuadro. 

Córdoba, 14 de agosto de 1994.